Desde que nos conocemos siempre habíamos hablado de viajar para poder descubrir países y culturas nuevas. Nos contábamos que desde pequeños habíamos imaginado que viajaríamos por todo el mundo: Marruecos, Vietnam, Argentina o Australia. Que queríamos descubrir de primera mano como es eso de vivir en otros lugares. Deseábamos sentir cosas que difícilmente podríamos percibir sentados en nuestro sofá, queríamos sentirnos vivos, padecer una «Dromomanía» continua, ese deseo de viajar constantemente, en definitiva, ser ciudadanos del mundo.
Conectar así con alguien es difícil, pero a nosotros nos ha pasado. No solo en lo personal, también en alguno de los viajes que hemos realizado. Y es en ese instante, donde te das cuenta que estás haciendo realidad los sueños que tenías de pequeño, que dibujas una tímida sonrisa en el rostro y te dices a ti mismo: «Como me alegro de haber conocido Marruecos«. Un país que ha despertado nuestros cinco sentidos.
La Vista
Para nosotros el sentido principal y del que más hemos disfrutado en nuestro viaje. Llevábamos apenas unos días en Marruecos, cuando llegamos a Marrakech. Como si el mismísimo síndrome de Stendhal recorriera nuestro cuerpo, empezamos a experimentar sensaciones extrañas en nuestro interior, no por la belleza del lugar, pues esta ciudad no está llena de monumentos increíbles, ni edificios brillantes, sino por los incesantes estímulos que recibían nuestras pupilas.
Recorriendo las estrechas callejuelas de la medina, o en pleno barrio judío, pudimos disfrutar de toda la gama de colores que uno se puede llegar a imaginar. Los puestos de las especias, con una mezcla abrumadora de tonalidades verdes, rojas, amarillas y de cualquier otro color. Los tonos ocres de las tiendas que vendían lámparas o el amplio abanico de alfombras y telas multicolores que hay en otros bazares. Marruecos es puro color.
Otra de las maravillas visuales que nos deja este país es su naturaleza. En Marruecos podemos encontrar desde la cordillera del Atlas, donde según la época del año que la visitemos podemos encontrar nieve, a unas de las cascadas más altas de toda África, en Ouzoud. Donde nos podemos maravillar de la fuerza del agua y ver como esta cae desde 110 metros de altura. Y para finalizar semejante espectáculo natural, podemos ver la salida del sol o el atardecer desde alguna duna remota en medio del desierto.
Sin ninguna duda, una colección de estímulos visuales perfectamente mezclados, que pueden crear vértigo, sudores o hacer palpitar a cualquier viajante.
El Olfato
Marruecos también es olor, sobretodo en el momento que pones un pie en la medina de Fez, uno de los lugares más auténticos del país. Cuando empezamos a recorrer las estrechas y ajetreadas calles de esta medina, nos dimos cuenta que estábamos en un lugar especial. Un sitio caótico, diferente, único y con un olor peculiar. Seguramente nos quedaríamos sin adjetivos para describir este lugar. Y es que la mejor manera de conocerla es perderse en ella y así lo hicimos, porque es lo más usual que puede pasar, ya que en este enorme laberinto de callejones es muy difícil orientarse.
Una de las maneras para poder ubicarse es con el olfato. La medina está organizada por gremios, así que os podéis guiar por el buen olor que hace la zona de las especies o el fuerte hedor que desprende la zona de las pieles, con la famosa curtiduría Chowara como punto álgido. El contraste de aromas, perfumes y peste que nos podemos encontrar por todo el recorrido, nos puede transportar a un auténtico viaje por una montaña rusa de olores y sensaciones que será muy difícil de olvidar.
Pero no solo en las medinas de las grandes ciudades podemos percibir olores, Marruecos está repleto de lugares donde esto puede ocurrir, solo hace falta sentarse en un restaurante y probar uno de sus platos típicos que desprenden aromas casi desconocidos; o pasear por alguna de sus ciudades costeras, como Essaouira, donde andar por su puerto pesquero y ver como venden el pescado a pleno sol, inunda tu olfato a pura esencia del mar.
Y es que saber disfrutar y reconocer los olores que desprende este país, es parte de su esencia.
El Gusto
No nos equivocaremos si decimos que el gusto es uno de los sentidos que más desarrollaremos en un viaje a Marruecos. Y es que la comida en este país es realmente exquisita, desde el primer momento del día con un amplio desayuno con panes y frutas típicas; a la hora del almuerzo con el típico tajín o la pastilla, y para finalizar la jornada, un buen plato de delicioso cuscús o de cordero.
Dependiendo de la zona donde nos encontremos de Marruecos podremos disfrutar de momentos culinarios únicos. Cualquier viajante que se precie no puede volver de Marrakech sin la experiencia de cenar una noche en una de las paradas que hay en medio de la plaza Jamaa el Fna; sin duda hay que vivirlo. También merece una mención especial las sopas y el pescado que hay en las ciudades costeras, mucha variedad, calidad y buen precio.
Si os apasiona la comida y también el picante, este es un destino ideal para llenar vuestro paladar de exquisitos sabores.
El Oído
Quizás el sentido que más nos llamó la atención en nuestro viaje por Marruecos fue el del oído. Una de las cosas más sagradas para la gente local es la religión y sobretodo el momento de la oración. La llamada al rezo se hace desde los minaretes de todas las ciudades, cinco veces al día. La mayoría de gente deja de trabajar, cierran las tiendas y se dirigen a la mezquita. Es como si se parara el tiempo, como si se detuviera la ciudad. Al finalizar la plegaria todo el mundo vuelve a su actividad normal.
Otra de las cosas que alteraron nuestro sentido fue el bullicio de la gente y de los mercados. Se nota que los callejones son muy estrechos y que hay mucha vida en las calles. El ambiente en las plazas al caer la tarde es excelente, tomar un zumo en una de las terrazas es sencillamente un placer. Contrasta totalmente con el silencio del que se puede disfrutar en el desierto, un lujo que uno no olvida fácilmente.
Esta macedonia que se crea en este viaje, con el bullicio de la gente, la llamada a la oración de los minaretes y el silencio del desierto, solo roto por el crujir de la madera en el fuego, hacen que valoremos este sentido como uno de los que más nos ha conmovido.
El Tacto
El más simple y a la vez el más complejo de los sentidos, en Marruecos podemos tocar todo tipo de materiales, es un país muy artesanal, casi todo lo que fabrican lo hacen a mano. Nos fascinó ver como se trabajan las pieles, el proceso es de una dureza extrema, nos dijeron que los turnos de trabajo no superan las 5 horas al día porque no se soporta. Muchos turistas solo notan el suave tacto del cuero en la ropa, los zapatos o los puffs, pero no valoran el trabajo a mano y la dedicación que hay detrás de cada pieza. A veces puede resultar injusto regatear o poner un precio a semejante esfuerzo.
No menos espectacular es ver como trabajan la cerámica, donde se realiza a mano todo tipo de piezas de una belleza espectacular. Solo hace falta ver y tocar las fuentes y mosaicos que podemos encontrar en todas partes del país. Alucinar con los platos, tazas o todo tipo de piezas cerámicas que nos sorprenderán en cada tienda del bazar o restaurante. También es precioso ver como se trabajan las telas, un trabajo del que se precisa mucha fuerza y coordinación, ya que se tiene que combinar las manos y los pies en el telar para hacer diseños únicos.
Por eso creemos que en la simpleza de acariciar unas telas de seda, un cuero suave o la firmeza de la cerámica y la complejidad, esfuerzo y dedicación de crear a mano todas estas piezas, reside la esencia de el tacto, una confluencia que despierta este sentido.
Sentir con los cinco sentidos
Marruecos es de los países en los que hemos estado el que más nos ha hecho sentir, sentir con los cinco sentidos. A través de ellos hemos podido descubrir la esencia que desprende este país y por ello, creemos que la mejor manera de hacerlo es viviendo en primera persona esta experiencia. ¿Os atrevéis a sentir y dejaros llevar por las emociones que despierta este país?
Si os han entrado ganas de conocer este país o estáis pensando en hacer una ruta por varias ciudades de Marruecos, quizás os pueda interesar el itinerario de 11 días que nosotros hicimos y los «mochitips» que recomendamos antes de empezar el viaje.
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