Cuando planeamos hacer una ruta por Alsacia, no dudamos en poner sobre la mesa también la Selva Negra. Por su proximidad, por sus hermosos pueblos y también por su naturaleza, que la hacen una zona realmente bonita para visitar. Nosotros solo estuvimos dos días, nos hubiera gustado poder conocerla más tranquilamente, pero entre el frío y el poco tiempo que tuvimos debido a que nos centramos más en el Valle de Mosela y los pueblos de Alsacia, no pudimos ver todo lo que esperábamos. Pero volveremos!
Podéis ver los preparativos de la ruta completa por Alsacia, el Valle de Mosela y la Selva Negra aquí: Preparativo ruta Alsacia, Valle Mosela y Selva Negra
También podéis ver nuestro post sobre la ruta que hicimos por Alsacia y por el Valle de Mosela por si tenéis más días de viaje poder empalmar un viaje con otro.
Primer Día
Gengenbach
Salimos de Bremm, el último pueblo que visitamos en el Valle de Mosela, hacia Gengenbach, que se encuentra a tres horas en coche y es nuestra primera parada en nuestra ruta por la Selva Negra. El viaje se hace un poco largo por el cansancio que llevamos acumulado y también por el tiempo, empieza a nevar y cuesta ver la carretera con claridad.
Llegamos a esta pequeña villa un poco pasado medio día, encontramos aparcamiento en el centro a apenas un par de minutos de las calles principales y por solo 50 céntimos la hora. Así que no nos lo pensamos y nos pusimos a caminar bajo una tímida nevada buscando algún lugar para parar a comer. Y en la calle principal encontramos una cafetería con dulces típicos de la zona y bretzels, así que decidimos parar rápidamente a cargar pilas y calentarnos un poco antes de descubrir el pueblo.

Esta localidad de la Selva Negra está considerado como uno de los pueblos más bonitos de Alemania y razón no les falta, es precioso. Estuvimos paseando por la plaza del ayuntamiento, donde también encontramos un edificio convertido en calendario de adviento muy típico de las navidades de esta zona. Después seguimos andando y nos encontramos con dos bonitas calles, Engelgasse y Höllengasse, para nosotros las más bonitas de Gengenbach.

Como curiosidad sobre este pueblo os queremos contar que aquí se rodaron algunas escenas de la película de Charlie y la fábrica de chocolate. Después de intentar localizar alguno de los enclaves donde se grabó la película, acabamos de pasear por la calle principal llegando a una de las dos torres que hacen de entrada a la ciudad. Este es un hermoso lugar para iniciar la ruta por la Selva Negra.
Schonachbach
De camino a Triberg paramos en Eble Uhren Park en la población de Shonachbach, donde se encuentra el reloj de cuco más grande del mundo. Hace unos años que este reloj superó a su vecino del que hablaremos un poco más adelante.

Este reloj lo podemos encontrar justo en la fachada de la tienda, así que se puede ver por fuera gratuitamente y con un poco de suerte si es una hora en punto podrás ver salir al cuco del reloj. Aunque lo impresionante es ver el mecanismo y funcionamiento de este gigantesco reloj, así que toca pasar por caja. Para entrar a verlo por dentro se tiene que pagar 2€ por persona así que llevar monedas de 1€ o 50 céntimos, que es lo único que acepta la máquina para entrar al museo.

El reloj fue creado por los maestros relojeros Ewald y Ralf Eble, mide 4,5 metros de alto y 4,5 metros de largo con un péndulo que alcanza los 8 metros. ¡Casi nada! Una vez visitado el mecanismo, siguiendo el recorrido llegas a la tienda donde se puede encontrar relojes de cuco de mil tamaños, formas y precios, bastante caros la verdad, pero es lo que tiene el trabajo manual. Impresiona mucho ver sonar todos los relojes a la vez, es un espectáculo digno de ver.
Tienda de relojes de cuco
Schonach
Antes de llegar al hotel de Triberg, paramos en Schonach, a solo 4km de distancia de donde veníamos y lugar donde se encuentra el otro reloj de cuco más grande del mundo. Hay mucha rivalidad entre estos dos pueblos para decidir cuál es el cuco más grande. Así que queríamos verlo por nuestros propios ojos.

Pero no pudimos comprobarlo in situ, ya que cuando llegamos a las 17:05 acababan de cerrar. Así que no pudimos visitarlo. Nosotros vimos por google que abrían hasta las 18:00 así que nos confiamos y al final no llegamos a verlo. Pero hicimos nuestras investigaciones y podemos decir que el reloj más grande del mundo es el primero que visitamos. Si podéis visitar los dos ya que la entrada es muy económica y es fascinante ver como funcionan este tipo de relojes.
Triberg
Con la pequeña decepción de no haber podido ver el otro reloj de cuco, llegamos al Hotel Café Adler, un hotel muy céntrico con aparcamiento gratuito y desayuno incluido en el precio. Ademas, si duermes en cualquier alojamiento de Triberg, te regalan una tarjeta con la que puedes visitar las famosas cascadas y otros atractivos turísticos de la ciudad y también puedes moverte en tren o bus de manera gratuita.

Una vez instalados en el hotel, salimos a pasear por este turístico pueblo. Nos recordó un poco (salvando las distancias) a Andorra. Estuvimos paseando un rato pero hacía mucho frío así que decidimos cenar a la hora Alemana. Estuvimos buscando restaurantes y en ninguno de los que vimos se podía pagar con tarjeta de crédito.
En la mayoría de los que vimos había un cartel que ponía que no se aceptaban tarjetas, así que entramos en el único que ponía que si se podía pagar con tarjeta, un restaurante italiano llamado Pinocchio. Nuestra sorpresa cuando entramos es que tampoco nos dejaron pagar con tarjeta, suerte que llevábamos algo de suelto. Así que nuestro consejo es que llevéis dinero en efectivo.
Cenamos una pizza y un plato de pasta con dos cervezas, la verdad que no estuvo mal y el precio bastante correcto ya que no llego a los 30€ los dos. Eran las 20:00 y ya habíamos cenado, así que decidimos pasear un rato más para bajar la comida antes de ir hacia el hotel a descansar.
Segundo día
Triberg
Nos levantamos bastante temprano ya que a las 22:30 ya estábamos durmiendo. Cosas del horario europeo. Desayunamos en el hotel y sobre las 09:00 de la mañana ya nos encontrábamos en la entrada de las cascadas. Están muy cerca del pueblo, de hecho desde nuestro hotel no tardamos ni 10 minutos andando.
La entrada vale 5€ por persona pero por suerte nosotros tenemos la tarjeta turística así que no pagamos nada. Estaba todo nevado y era primera hora de la mañana, no hace falta decir que la estampa es preciosa. Andamos unos cinco minutos y nos encontramos con la caída de agua delante nuestro. Es muy bonito, pero tenemos que decir que nos las esperábamos un poco más grandes.

Estábamos completamente solos, así que plantamos el trípode y nos estuvimos un buen rato sacando fotos. Las cascadas con el fondo nevado quedan preciosas. Queríamos seguir subiendo para verlo todo desde arriba, pero no pudimos porque estaba cerrado por que el terreno estaba peligroso por la nieve y hielo que había en el suelo, así que nos conformamos en hacer fotos desde debajo.

Nada más salir de las cascadas, giramos a mano derecha, para ir a ver la iglesia evangélica Trinitatis, es una bonita iglesia y mejora con las vistas al pueblo todo nevado. Después compramos unos recuerdos en una de las tiendas de los mil relojes de cuco que hay por toda la ciudad y pusimos rumbo a otro de los lugares más espectaculares de la Selva Negra, el lago Titisse.
Lago Titisse
Salimos de Triberg dirección al lago por una carretera totalmente nevada, se nota que estábamos pasando por el corazón de la Selva Negra, fue un trayecto de unos 40 minutos rodeados de enormes bosques teñidos de blanco y pequeños pueblos de montaña. Un viaje precioso que nos ha dejado un buen recuerdo de esta bonita zona.
Se nota que es un lugar muy turístico, en la entrada del pueblo encontramos diferentes aparcamientos así que buscamos el más céntrico y por el módico precio de 1€ la hora dejamos el coche a solo cinco minutos del lago. Estaba nevando bastante, así que paseamos un poco al rededor del lago, hicimos algunas fotografías e incluso dimos de comer un poco de pan a los patos. El paisaje es realmente precioso.


La calle que nos lleva de vuelta al coche esta llena de cafeterías y tiendas de recuerdos, es un lugar maravilloso para ir con la familia a pasar el día, en verano incluso se puede pasear con unas barcas por el lago. En invierno solo disfrutar del paisaje nevado. Así que como teníamos mucho frío y poco tiempo, decidimos marchar e ir a nuestra última parada de la ruta por la Selva Negra. Friburgo.
Friburgo
Era casi medio día y no teníamos mucho tiempo para dedicarle a la ciudad más grande de la Selva Negra, pero no queríamos irnos a casa sin conocer un poco Friburgo, así que aparcamos en el centro, a tocar de la catedral, aquí el precio era bastante más caro que los otros pueblos que habíamos visitado, 2€ la hora, y si estabas 1 hora y 10 minutos ya te cobraban 4€, pero era la única manera de no perder tiempo y poder visitar más rato la ciudad.
Visitamos el centro histórico de la ciudad empezando por su enorme catedral, la lástima es que justo ese día no se podía visitar por dentro, tiene que ser espectacular, por fuera es preciosa. La rodeamos y visitamos sus calles peatonales, el ayuntamiento y las torres de entrada al casco antiguo, una pena que fuera domingo y estuviera casi todo cerrado porque esta ciudad tiene pinta de tener mucha vida.
Callejeando por Friburgo
Un buen lugar para comer y tomar algo
Después de visitar rápidamente los lugares más bonitos de la ciudad, paramos a comer en un restaurante que os queremos recomendar, se llama Feierling y elaboran su propia cerveza, que esta muy buena y tiene muchos productos locales de buena calidad. El personal es muy atento y hablan diferentes idiomas, ademas el precio esta muy bien, así que si vais a Freiburg es un buen lugar para comer o tomar algo. Justo delante del restaurante se encuentra uno de los famosos canales de Friburgo, aquí se encuentra la escultura del cocodrilo. Un reclamo turístico de la ciudad. Eso si, no se puede pagar con tarjeta de crédito.

Después de pasear un poco más por sus calles decidimos ir a bajar la comida subiendo a uno de los puntos más altos, un pequeño monte que se encuentra muy cerca del centro, se llama Schlossberg, se puede subir andando y en apenas 15-20 minutos se tienen unas vistas perfectas de toda la ciudad, bueno si el tiempo lo permite. Nosotros con la niebla no vimos casi nada. Antes de ir hacia el aeropuerto de Basilea, que se encuentra a una hora, paramos a una cafetería a tomar un típico pastel de la Selva Negra para despedirnos como es debido.

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